Ramón Muñoz Chapuli
Ramón Muñoz-Chápuli (Granada, 1956), vive en Málaga, donde es Catedrático de Biología Animal en la Universidad. Dirige un grupo de investigación sobre biología del desarrollo cardiovascular. Ha publicado un centenar de artículos científicos sobre estos temas en revistas internacionales, además de libros y capítulos de libro. Su docencia se centra fundamentalmente en los temas de Biología del Desarrollo y Evolución Animal, y ha impartido también clases de Historia de la Biología y Filosofía de la Ciencia a nivel de posgrado. Obtuvo el Premio de Investigación del Consejo Social de la Universidad de Málaga y del Parque Tecnológico de Andalucía. Ha sido Vicedecano de la Facultad de Ciencias y Director de la Escuela de Doctorado de la UMA. En su faceta literaria ha publicado una novela de carácter histórico (El sueño del Anticristo), y ha obtenido diversos premios de narrativa breve.
- ¿Qué influyó en su interés por la biología del desarrollo cardiovascular?
- Esta es una curiosa historia. Yo comencé mi carrera en la Biología como zoólogo, estudiando temas de faunística de tiburones. Terminada mi tesis, decidí moverme a terrenos de biología más fundamental, y para ello mantuve pintarrojas en tanques de agua marina. En Málaga es muy típico hacer un exquisito caldillo picante con la pintarroja, pero yo preferí cultivarlas y pbservé que ponían huevos en los tanques, y que por transparencia se veía el lento desarrollo de los embriones, ya que este periodo dura unos cinco meses. Por aquel entonces en mi departamento el profesor Valentín Sans Coma y un cardiocirujano, el Dr. José María Arqué, hacían estudios de desarrollo cardiaco en hámster y ratón, y me convencieron para que describiera el desarrollo cardiaco de la pintarroja, ya que apenas había estudios al respecto. Publicamos bastante sobre este modelo animal y años más tarde me pasé a otros modelos más clásicos, aves y ratones. Y aquí estamos.
¿Por qué debemos estudiar evo-devo?
Yo creo que Evo-Devo supone una auténtica revolución conceptual en nuestra comprensión de los mecanismos evolutivos. Entender el desarrollo embrionario no solo como la construcción de un organismo, sino como la fuente de innovaciones que pueden tener trascendencia evolutiva, nos proporciona otra dimensión a la hora de entender cómo ha procedido la evolución. En mi opinión, este avance es equivalente al que se produjo cuando los conceptos de selección y mutación se fusionaron en los años 30 y 40 del siglo pasado, dando lugar a lo que se conoce como Teoría Sintética de la Evolución, lo que supuso una revolución en Biología Evolutiva. Y estamos hablando de los mecanismos que han producido la Naturaleza, tal como es, y a nosotros mismos.
¿Cuáles son las grandes preguntas en el campo?
Queda mucho por hacer. A mi particularmente me interesan dos aspectos. Primero, la correlación que se va estableciendo cada vez más entre la aparición de novedades evolutivas (y por tanto de nuevos grupos taxonómicos) y los cambios en los mecanismos de regulación de procesos de desarrollo. Por ejemplo, pensemos en la organización de los segmentos en los distintos grupos de artrópodos, la pérdida de extremidades en las serpientes, cambios de función en elementos esqueléticos, etc. Y en segundo lugar, la posibilidad que se nos presenta de intervenir en esos mecanismos, generando novedades evolutivas en el laboratorio o incluso revertiéndolas. Michael Crichton imaginó en Parque Jurásico que la forma de resucitar los dinosaurios sería a partir de DNA fósil de los mismos. Puede ser concebible que la reversión de innovaciones evolutivas en las aves genere formas animales más o menos parecidas a los dinosaurios ancestrales. Esto ya se ha hecho con el peroné, las mandíbulas o el paladar de embriones de pollo. Inhibiendo determinadas señales se obtienen características similares a las de organismos ancestrales, en este caso a las de los reptiles antepasados de las aves. Estamos hablando de Evo-Devo experimental, y las posibilidades son excitantes.

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