Isabel Almudi
Natural de Zaragoza, Isabel se mudó a Barcelona para estudiar Biología en la Universidad de Barcelona, donde se quedó para hacer el doctorado en desarrollo de ojo de Drosophila melanogaster en el Departamento de Genética bajo la supervisión de Florenci Serras. Después del doctorado realizó una estancia postdoctoral corta en Zúrich, en el laboratorio de Ernst Hafen, donde investigó las redes de señalización implicadas en el control del crecimiento y el tamaño de los órganos, utilizando de nuevo D. melanogaster. En 2012, Isabel se mudó a Oxford, Reino Unido, para ampliar sus conocimientos en Genética del Desarrollo a Biología Evolutiva, Genómica y Bioinformática. Trabajando en el laboratorio de Alistair McGregor, en Oxford Brookes University, utilizó especies cercanas a Drosophila para investigar la base genética de la evolución del tamaño de los ojos. En 2015 y gracias a una beca Marie Sklowdoska-Curie de la UE, se trasladó a Sevilla al laboratorio de Fernando Casares en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD), donde comenzó a desarrollar sus líneas de investigación actuales utilizando efímeras (Ephemeroptera), otro orden de insectos alados, para investigar la evolución de este exitoso grupo de animales. En 2021 estableció su laboratorio independiente en la Universidad de Barcelona con una ayuda Beatriz Galindo para la atracción del talento investigador.
1. ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo? ¿Qué haces en tu trabajo en tu día a día?
Lo que más me gusta es que no hay dos días iguales, especialmente cuando se trabaja con un nuevo organismo modelo. Los inicios fueron un poco duros porque no teníamos ninguna referencia de cómo poner las técnicas a punto. Por otro lado, cada pequeño paso dado es muy satisfactorio y en general, poco a poco hemos ido estableciendo todas las metodologías necesarias sin mayores dificultades. Así que respondiendo a qué es lo que más me gusta de mi trabajo, creo que el poder haber comenzado estas líneas de investigación desde cero a partir de individuos recolectados en la naturaleza, y obtener información acerca de su genoma, qué tipos de genes se expresan específicamente en cada tejido o cómo se forman nuevos órganos, entre otras cosas.
Como he mencionado antes, mi día a día es muy variado, normalmente paso un rato haciéndome cargo del cultivo de efímeras en el laboratorio: limpiar, alimentar o cruzar hembras de nuestra línea "inbred". Además de este trabajo rutinario, también paso gran parte del tiempo diseñando, realizando o analizando experimentos, tanto en la poyata como en el ordenador, aunque es cierto que, en los últimos meses, una creciente parte de mi jornada la dedico a la gestión del grupo y de los proyectos que estamos llevando a cabo, lo que implica además tener bastantes reuniones con los miembros del laboratorio y con colaboradores. Por último, también dedico tiempo a la docencia. El haber establecido mi laboratorio en la Universidad de Barcelona me ha dado la oportunidad de poder impartir clases y mantener el contacto con las futuras generaciones de Biólogos y Biólogas.
2. ¿Cuál es el descubrimiento del que estás más orgullosa?
Es difícil elegir uno, con el proyecto de secuenciación del genoma y de múltiples transcriptomas de Cloeon dipterum descubrimos cosas interesantísimas. Por ejemplo, averiguamos que esta especie de efímeras tenía el mayor complemento génico de Odorant Binding Proteins (OBPs) que son unos de los genes encargados de traducir una señal química en un potencial de acción (quimiopercepción) y que además, estos genes se expresaban mayoritariamente durante las fases acuáticas, cuando siempre se había propuesto que estos genes se habían originado como consecuencia de la terrestralización de los insectos. Además, observamos que varios de estos genes involucrados en el reconocimiento de químicos tanto en el agua como en el aire (quimiosensación) se expresaban en las branquias abdominales de las ninfas acuáticas, órgano que había sido descrito previamente con una función principalmente respiratoria, pero no sensorial. También descubrimos duplicaciones en los genes que codificaban para proteínas responsables de la detección de la luz y que algunos se expresaban específicamente en el ojo turbanado, un ojo extra específico de machos presente en la región más dorsal de la cabeza de dichos machos de la familia Baetidae y cuyo nombre viene dado por su forma de turbante . Estudiando los transcriptomas de las alas, también encontramos una conservación entre efímeras y dípteros significativa a nivel de expresión génica y las primeras pistas de cómo las alas pudieron originarse en los primeros insectos alados. Así que, realmente es muy difícil elegir un único experimento.
Los insectos son el grupo de animales más numeroso y diverso de la Tierra. Aparecieron hace más de 400 millones de años, pero fue solo después de que desarrollaron alas cuando se diversificaron enormemente. El principal objetivo del proyecto de ERC-CoG, mayFLYeye, es investigar el origen de nuevos órganos que facilitaron esta extraordinaria radiación. Las alas son la novedad morfológica inicial que impulsó la conquista de nuevos nichos ecológicos y el cielo. Por otro lado, los ojos turbanados de los machos de efímeras son un nuevo sistema visual que permite a los machos localizar parejas durante el vuelo.
Gracias a este proyecto, podré consolidar mis líneas de investigación actuales, impulsándolas hacia nuevos análisis funcionales y enfoques genómicos y transcriptómicos en células únicas (“single cell”) que asegurarán la consolidación de C. dipterum y el uso duradero para toda la comunidad como modelo experimental, no solo clave para comprender la evolución de nuevos órganos y estructuras en los insectos, sino también para investigar cómo conquistaron y se adaptaron a los entornos aéreos, acuáticos y terrestres.
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